domingo, 22 de enero de 2012


TDAH: Actitudes que dificultan la comunicación.

18-11-2011 por  
Existen algunas circunstancias que dificultan mucho la comunicación entre las personas:
El exceso de mensajes críticos o negativos hacía el niño con TDAH provoca en ellos una actitud de rechazo o negación a la hora de establecer una comunicación con ellos. Esto puede ser causado por la reiteración constante que le hacemos al niño sobre los fracasos o fallos que tiene, sin dedicar ni un momento a alabar las virtudes de los mismos.
       Hay que evitar siempre que estemos hablando con el niño cualquier interferencia que pueda afectar a nuestra comunicación. Las interferencias pueden producirse por ruidos ambientales, ruidos por cualquier aparato técnico (teléfono móvil, televisión, música, lavadora,…)  u otros sonidos de otras personas o animales. Si cuando mantenemos una conversación con nuestros hijos, se produce alguna interferencia, conseguiremos que nuestro hijo preste una menor atención a lo que le estamos señalando, fijando su atención en los estímulos que está recibiendo del ambiente.   Por ello, deberemos siempre intentar preparar el ambiente para que no se produzca ninguna interferencia. Si un día estamos hablando con nuestro hijo y nos suena el móvil, deberemos apagarlo hasta que terminéis la conversación. Si la llamada es muy urgente intentaremos explicar al niño que mantendréis la conversación en otro momento porque tienes una urgencia que él debe entender.
       Las Situaciones de desigualdad también pueden dificultar nuestra comunicación: estas situaciones se pueden producir en los siguientes casos:
  • Padre-Hijo: cuando nuestro comportamiento en la comunicación constituye un rol de impositor (“yo soy el que manda”) con respecto al de nuestro hijo (“eres el que cumple el mandato”), supone una situación de desigualdad que no facilita en ningún momento la relación con nuestros hijos, muy al contrario, éstas actitudes fomentan una comunicación poco participativa, impositiva, superficial y unidireccional. Son relaciones que no promueven la confianza en el otro, por lo que el niño en muy pocas ocasiones contará quizás aquello que le ocurre o que le preocupa en algún momento determinado.
  • Cuando utilizamos un lenguaje que el niño no puede comprender: siempre que utilicemos este tipo de comunicaciones también veremos que nuestras relaciones son de peor calidad. Esto es debido a que el niño no es capaz de comprender qué es lo que se le quiere decir  y por lo tanto, no será capaz de emitir juicios razonables a aquello que se le está exigiendo.
  • Cuando existe una desigualdad empática: en ocasiones los niños sienten que las situaciones que les ocurren son de vital importancia, mientras que para nosotros puede ser algo realmente insignificante. En estas ocasiones deberemos ser empáticos con el niño e intentar ponerse en el lugar del niño, dando credibilidad e importancia a todo aquello que nos esté relatando. En el caso de que no tomemos en cuenta las aportaciones del niño, conseguiremos que no nos cuente realmente aquello que le preocupa, ya que deducirá que para nosotros no es importante.
  • Cuando no nos ponemos a la altura del niño: en ocasiones con los niños con TDAH es necesario que la comunicación se produzca a la misma altura, es decir, deberemos mirar al niño a la cara captando toda su atención y evitando así posibles distracciones.
       Otra de las actitudes que dificultan la comunicación con nuestros hijos es cuando nos comunicamos con ellos únicamente para sermonearles o echarles una riña. En estos casos ocurre la misma situación que con los mensajes críticos. No favorecen en ningún caso la comunicación, achacando el niño nuestra interacción siempre a indicar nuestros errores, sin señalar nuestras virtudes.
       La adquisición de posturas muy intransigentes puede crearnos problemas a la hora de comunicarnos con nuestros hijos. Los niños con TDAH son niños que necesitan una mayor flexibilidad en sus acciones tanto verbales, como no verbales; por lo que tomar una actitud demasiado intransigente con estos niños que suelen tener baja tolerancia a la frustración, creará en ellos una inseguridad que dificultará nuestras relaciones y creará un clima de poca confianza. Debemos intentar ofrecer a estos niños diferentes alternativas ante una misma situación y no ser muy intransigente, así como dejaremos que exprese sus sentimientos para crear un clima más confortable y evitar así cualquier manipulación directa o indirecta que podamos impartir por nuestra parte.
       Otro aspecto a tener en cuenta es que todas las personas tenemos momentos en los cuales estamos más receptivos o menos receptivos ante una conversación. Nuestra situación emocional y la de nuestro hijo son fundamentales a la hora de comunicarnos. Si cuando nuestro hijo quiere comunicarse con nosotros nos encontramos en un momento emocional difícil (estamos enfadados, tristes,…) será mejor posponer la conversación a otro momento en el que estemos más calmados o tranquilos, ya que si estamos nerviosos, crearemos en nuestros hijos la misma sensación, y será una comunicación mucho más dificultosa.
       El ridiculizar constantemente al niño también puede ser otro dato a tener en cuenta: si al igual que en apartados anteriores nuestra comunicación se basa en ridiculizar todo aquello que el niño hace mal, riéndonos de sus fallos y sus errores, la respuesta que obtendremos del niño será siempre pasiva (no contesta) o agresiva (a través de agresiones físicas o verbales).

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